El reality que empezó en Olivos y terminó en Mendoza.

El Sol On Line Mendoza
Jorge Hirschbrand
Domingo 09 de Septiembre del 2018 a las 12:22 hrs

Política explícita. Cada vez menos secretos en el mundo de las negociaciones de alianzas y estrategias. Macri, Cornejo y un Pichetto desbocado.

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La madrugada del 17 de julio del 2008 marcó algo más que la ruptura entre Julio Cobos y Cristina Fernández de Kirchner. Esa noche de tenso debate legislativo mostró como nunca el manejo del poder. Lo dejó explícito. Ya no hubo sospechas ni elucubraciones. Miguel Angel Pichettto fue el responsable de correr el telón para el funcionamiento político detrás de bambalinas: “Lo que haya que hacer, hagámoslo rápido. Tengo instrucciones… No quisiera estar en su lugar”, le dijo al entonces vicepresidente.

Pichetto volvió esta semana a hacer lo mismo. Le dijo al Gobierno nacional que la responsabilidad de la crisis financiera, en parte, también es consecuencia de haber recortado la pauta publicitaria a medios y a periodistas. Para el senador rionegrino, la “pauta” no tiene que ver con el principio republicano de publicidad de actos de gobierno, sino que es una herramienta estrictamente destinada al control de la opinión pública. Hacer que los medios digan, aborden los temas que le interesan a la gestión de turno y con el enfoque que quiere la gestión de turno.

No es que no ocurra ni haya ocurrido. Pichetto lo dijo sin tabúes. Hubo un recorte fuerte en ese aspecto. Y quizá ahí esté el porqué de la demonización de Marcos Peña, el jefe de Gabinete de Ministros, responsable que ajustar un ítem que durante el kirchnerismo había consolidado la dinámica “amigos o enemigos”.

Una vez más, política explícita. Con una diferencia: ya no es una excepción. Unos días antes, un reality político había comenzado en la Quinta de Olivos, un lugar que a esta altura poco tiene de reservado a la hora de hacer rosca política.

El modo en que se toman decisiones en Argentina perdió mística. El toma y daca es más básico de lo que se pensaba. Dos frases en off marcan esta tendencia. Una, corresponde a una legisladora kirchnerista: “La gente piensa que esto es un juego de estrategias, con cabezas pensantes. Pero, en realidad, cuando se negocian acuerdos políticos el ambiente es como el de un quinto año de la secundaria”.

Un operador radical explica la realidad con la misma lógica: “Llegamos a esta situación porque hubo mucha ingenuidad. Sí, ingenuidad, incluso a este nivel. Estamos hablando de personas. Y a veces las personas son ingenuas”.

El equipo de la UCR encabezado por Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz llegó a la Quinta de Olivos el domingo pasado con la idea de ganar volumen político dentro del gobierno del Cambiemos. Pero no a cualquier costo. De haber sido así, ahora Sanz sería ministro de Defensa, tal como se especuló en un momento. 

El ofrecimiento existió, y el rechazo también. La idea era tener peso en la mesa chica de toma de decisiones. Operar políticamente desde Defensa no era muy seductor para Sanz. El sanrafaelino está listo para asumir un rol protagónico.

Así como decidió retirarse por cuestiones personales de la primera línea cuando ganó Mauricio Macri, ahora está listo para volver. Ya no para ser una suerte de consejero, sino para tener voz propia. Y la idea no es hacerlo solo. Martín Lousteau y Alfonso Prat Gay están en carpeta. Ninguno de los dos rechazó los cargos en Educación y en Cancillería, respectivamente. Al contrario, los quieren. Pero con Sanz adentro. No quieren ser huérfanos políticos dentro del Ejecutivo.

La negociación entre el bloque duro de la UCR y el del Pro tuvo picos de tensión. La propuesta radical fue contundente: cambios de nombre, pero con un plan previo. Si no, no. ¿Por qué? Porque el partido que hoy preside el gobernador mendocino entiende que convertirse en testaferros con cargos no sirve de nada en la situación actual. Si el gobierno de Macri fracasa los arrastrará a ellos también. Por eso la intención era otra: imponer condiciones, tomar medidas y dejar el tema de los nombres para más tarde.

Fue un empate técnico entre los aliados. El Pro no entregó ni el Ministerio del Interior ni la Jefatura de Gabinete, pero aceptó imponer un nuevo sistema de retenciones de emergencia a las exportaciones. El modelo fue tomado del que alguna vez le permitió a Eduardo Duhalde, durante su corta presidencia, ganar un colchón financiero post devaluación.

En el Pro fue un golpe duro. Incluso, aseguran que Mauricio Macri tuvo una coaching especial para poder pronunciar la palabra “retención”.

La reacción de los mercados a la medida y al discurso de Macri del lunes por la mañana fue la esperada. Después de la turbulencia que había puesto en duda las bases del gobierno, logró despejar algunos nubarrones, en esa analogía con la tormenta que al presidente tanto le gusta.

La llegada de Macri y de su gabinete coincidió con la agenda del G20 en Mendoza, sí, pero también tuvo que ver con el reconocimiento político que hubo hacia la provincia; esta vez, representado por Cornejo.

Si todo el país se vio alborotado hace diez días por la disparada del dólar, Mendoza se potenció a partir de una campaña diseñada en redes sociales para organizar saqueos en diferentes puntos. Cornejo capeó ese temporal. Costó. A algunos de sus funcionarios se los escuchó desorientados durante esas horas. Pero zafó sin tener que recurrir a una intervención policial extrema.

Eso le generó a Cornejo mejor imagen y consideración que el informe de una consultora internacional –que su gobierno promocionó- que lo había calificado como “halcón fiscal”. Hubo heridas, claro. En el Ejecutivo provincial tienen indicios de quiénes pudieron estar atrás del descalabro de esos días. También algún comisario tendrá que rendir cuentas por no haber estado a la altura de una crisis importante. Y no se descarta algún movimiento interno.

La relación Macri-Cornejo ingresó en un nuevo nivel. Ya es más que una alianza estratégica. El primer mandatario hasta se animó a jugar con una futura fórmula con el gobernador mendocino. Fue una respuesta inducida, claro. Nada espontáneo. Sin embargo, desde aquella tarde en Olivos, todo lo que venga de Mendoza será visto con otra perspectiva. Básicamente, porque llegó algo de la calma que Macri buscaba. Suficiente para relanzar su gestión desde la tierra del sol y del buen vino.