Hugo Bianchi: “Nos debemos la oportunidad de animarnos a ser emprendedores”.

Media Mendoza San Rafael
Viernes 29 de Septiembre del 2017 a las 20:00 hrs

El conocido empresario sanrafaelino habla de la industria local, los prejuicios del empresariado y la importancia del emprendimiento.

Plastiandino, la célebre fábrica de envases plásticos flexibles asentada en Cuadro Nacional, le da la impresión al visitante de ser un implante; una nave foránea que no termina de combinar con su entorno; un accidente del paisaje. Sucede que en la sede de la empresa convergen unos cuantos elementos a los que los sanrafaelinos no estamos particularmente acostumbrados. Su enorme tamaño contrasta con la usual pequeñez de San Rafael; la prolijidad del parque alrededor del edificio es implacable; y el orden y la limpieza —en su rigorosa sobriedad— sorprenden por su aura inmaculada.

Durante los últimos días, además, un grupo de alemanes practicaba mantenimiento en una de las máquinas, y por los pasillos del edificio podía escucharse el inconfundible balbuceo de la lengua foránea, analogía clara al semblante internacionalista que esta compañía local ha adoptado. La escena reforzaba la idea: este enclave no pertenece a la escena.

Sin embargo, lo más llamativo de la sorpresa es, justamente, la propia sorpresa: que los sanrafaelinos veamos a una industria como Plastiandino como a un extraño misterio. Pero ciertamente, tras años de actividad económica en descenso, nos hemos familiarizado con la idea de que una empresa como esta no puede prosperar en el “interior del interior”.

Este coloso, no obstante, demuestra que este concepto no es necesariamente cierto. Plastiandino cuenta entre sus clientes a Lisoform, Sprite, La Serenísima y Coca-Cola, entre otros. Un auténtico made in San Rafael.

El hombre tras el timón de este titán es Hugo Bianchi, ex presidente de la Cámara de Comercio de San Rafael. El empresario recibió a MediaMendoza en su despacho y, tras su escritorio sembrado de papeles —como no, en perfecto orden—, habló sobre las singularidades de la industria, sus desafíos, Chile, el estigma del empresario y la importancia del emprendimiento.

 

San Rafael es un paraje del interior del interior del país. ¿Qué tan difícil es hacer negocios o montar una empresa como Plastiandino con esta condición geográfica?

Las limitaciones no están dadas no por la imposibilidad de hacer una inversión. Cuando se evalúa un proyecto, lo primero que se establece es que hay que ubicarlo donde se tiene un buen acceso a los servicios. En nuestro caso, cuando queremos atraer una inversión a San Rafael, nos encontramos con este problema. San Rafael tiene aspectos positivos, como la calidad de gente, la sanidad y la formación del recurso humano. Pero después tenemos aspectos como, por ejemplo, un solo vuelo diario, la conectividad, los servicios de comunicación, de rutas, los temas asociados a la exportación y demás.

Todos estos factores, entonces, ¿han hecho mermar la actividad industrial en San Rafael? ¿Cuál es la situación actual?

Cuando mirás lo acotada que está la diversidad de industrias que tenemos, y ves lo que era allá por los 70’s, hay una diferencia importante. Representábamos cerca del 40 por ciento del producto bruto geográfico de Mendoza. Hoy el oasis sur representa menos del 20 por ciento. La actividad económica se ha ido cayendo por temas como el clima, la reconversión de viñedos y la promoción industrial que se llevó los beneficios impositivos fuera de San Rafael. Todo esto nos dejó sin industrias y con una matriz productiva que no tenía mercado.

La competitividad del sector está muy en boga: por Chile, las importaciones y demás. ¿Chile es una oportunidad o se va a comer a San Rafael?

Hay que separar lo que es circunstancial, que tiene que ver con el comercio, donde se hace extremadamente evidente la carga impositiva. Pero también hay otro punto cuando uno mira la comunidad productiva que somos. Hoy los precios no se forman poniendo un margen: el mercado internacional te dice ‘yo pago esto’, y vos tenés que ver como llegás. Entonces hay elementos de competitividad que Argentina tiene que implementar rápido, como suscribir a un tratado de libre comercio, que es lo que ha hecho Chile, y permite que no se carguen impositivamente las transacciones. El Estado te aporta competitividad y ni siquiera sale del bolsillo del contribuyente.

Hay una cultura muy arraigada que mira a los empresarios con recelo. Ven al sector público como un salvador, pero al sector privado como un diablo. Usted como empresario, ¿qué opina al respecto?

Creo que es una visión errónea. La actividad industrial es la que genera el andamiaje sobre el que se sustenta el Estado. Es decir, sin los privados generando lo que los impuestos recaudan, nada funcionaría.

Y sí, puede haber algún empresario que esté fuera de la Ley, pero para eso está la Justicia. Creo que tenemos que acostumbrarnos a confiar en las instituciones y fortalecerlas, para tener una convivencia ciudadana entre privados y Estado. Donde hay una persona, cualquiera sea, que no cumpla la Ley, tiene que haber una sanción. Pero la generalización nos hace mal.

¿No ha pensado en incursionar en la política?

No. Personalmente yo lo que he hecho en actividad gremial-empresaria fue por pensar que San Rafael se merece una oportunidad, por la que todos tenemos que luchar, porque las cosas se logran cuando uno las busca, no porque nos las dan o porque nos las merecemos. Yo creo que San Rafael supo ser más pujante y tiene muchas oportunidades hacia adelante. Pero para llegar a eso hay que lograr soluciones. Desde ese lugar ha sido mi participación. Los empresarios o las cámaras no están para hacer política, sino para ayudar a los políticos a construir la agenda y transformarla en realidad para beneficio de la comunidad.

Usted es un empresario exitoso, ¿qué consejo le daría a un emprendedor que está empezando, particularmente en San Rafael, que es una ciudad chica, con un mercado pequeño, etcétera?

En primer lugar, creo que los argentinos nos debemos la oportunidad de animarnos a ser emprendedores. Está estudiado que en Argentina, y en muchos países en vías de desarrollo, las personas aspiran a conseguir un empleo y no a ser un emprendedor. Pero las nuevas tecnologías nos ponen cada vez más fácil el emprendimiento.

Tal vez socialmente tengamos que empezar a madurar y no imposibilitar a un emprendedor que tropieza y quiere reinsertarse en la actividad económica. Los tropiezos, que a todos nos pasan, nos ayudan a crecer y a fortalecer la visión de lo que queremos ser.

Entonces hay que animarse a ser emprendedores. Hay cada vez más herramientas; el mundo moderno abre muchas oportunidades a las nuevas ideas y formas de prestar un servicio. Antes emprender estaba muy asociado al capital que uno tenía, pero hoy no: se pueden generar muchos negocios sin tanto respaldo económico. Hay que animarse.