Sexo, mentiras y video.

Clarín
Alejandro Borensztein
Domingo 05 de Septiembre del 2021 a las 02:34 hrs

Entre las candidatas que quieren garche y porro y los candidatos que tienen problemitas de Edipo, no sé si vamos a lograr mejorar el clima de inversiones, pero seguro nos vamos a divertir como locos.

Santilli, Tolosa Paz, Randazzo y Vidal


Antes que nada, recordemos que ya estamos en septiembre y que la Argentina sólo tiene vacunada con dos dosis el 34% de la población mientras que Chile alcanzó el 71% y Uruguay el 72,5% (encima Lacalle Pou ya le aplicó la tercera dosis al 15,3% de los charrúas). Al rutilante éxito del plan de vacunación local y al hit del Vacunatorio VIP, debemos sumar el hecho de que el Gobierno rechazó el año pasado millones de vacunas americanas por razones que nadie explicó pero que todos imaginamos. Como consecuencia de esa decisión del “presidente”, de la vicepresidenta y de varios más, se murieron miles de argentinos que podrían haberse salvado. Difícilmente alguien del Gobierno pague por este acto criminal, pero se lo vamos a recordar hasta el fin del mundo. Dicho esto, que es lo más importante o posiblemente lo único importante, ahora sí hablemos de “garchar”.

Y acá hay que explicar rápidamente a quienes nos leen desde el exterior que no se trata de una guarangada gratuita bartoleada en el diario hispanoparlante con más suscriptores del mundo, sino que efectivamente esa palabrita, y todo lo que implica, ocupó la agenda política de la semana.

En un intento por hacerse conocer, la candidata Tolosa Paz dijo textualmente que “en el peronismo siempre se garchó” y de ese modo introdujo el tema (con perdón de las expresiones, tanto “garchó” como “introdujo”).

Lamentablemente, Tolosa clavó la frase el lunes (con perdón por la palabra “clavó”) razón por la cual ya se hicieron todos los chistes posibles. Podríamos agregar un bocadillo sobre algunos miembros de La Cámpora (con perdón por la palabra “miembro”) denunciados por acosos sexuales e intentos de garche no consentidos que fueron tapados como buenos machirulos, pero no debemos mezclar el trigo con la paja (otra vez, perdón por la expresión).

Después del show de Tolosa, el martes apareció Vidal hablando sobre drogas. Intentó explicar que no es lo mismo un porrito en Palermo que una banda de narcos que vende porro en la 1-11-14, y terminó enredada en una sarta de burradas indefendibles. Nunca nadie usará en esta vida la frase “tiene más calle que Maria Eugenia Vidal”.

Por suerte para Mariú, la candidata Tolosa se engolosinó con su minuto de fama y el miércoles eclipsó a Vidal diciendo textualmente: “El joven que se quiera ir del país que se venga a tomar un mate conmigo y lo convenzo de que se quede”. Aún suponiendo que yerba hay, daría la impresión de que a falta de resultados te quieren seducir calentándote la pava (con perdón de “calentándote”, “pava”, etc.). Esta nota ya va pareciendo una peli de Sofovich.

Por otro lado, mientras el candidato Santilli anda haciendo sketches de humor para Tik Tok en una vieja camioneta bautizada como “Santileta” (una especie de Menemóvil pero más trucho), el candidato Javier Milei, uno de los comediantes más graciosos del teatro y la televisión argentina, insultó a Larreta con palabras irreproducibles. Al mismo tiempo, Teresa García, ministra de Kicillof, le pidió a los jóvenes que “no miren los programas de televisión”. Como propuesta electoral, en el medio de la mayor crisis de la historia argentina, no solo parece un poco pobre sino que además demuestra que esta señora vive en la prehistoria. Hace años que los pibes dejaron de mirar televisión.

Por su parte, el candidato Randazzo lanzó un spot en donde simula estar hablando por celular con su mamá quien le dice: “explicale a este pueblo de pelotu…” Randazzo la frena pero ella insiste: “¿Qué? ¿Acaso Cristina es la única que puede putear?”. Este spot de Randazzo inspiró a Sergio Berni quien el jueves difundió su propio spot en donde su mamá (la de Berni) lo llama justo cuando se supone que el tipo está por hacer un procedimiento. “Hola ma, estoy allanando”, dice Berni cuando la atiende. Por suerte el spot de Berni es actual. Si lo hubiera grabado en enero de 2015 hubiese arrancado así: “Hola ma, estoy en el derpa de Nisman…”.  La mamá (de Berni) le dice… “¡que flor de quilombo!” a lo que Berni la frena y le dice: “pará, mamá, parecés la mamá de Randazzo”. Luego Berni corta la llamada, tira una puerta abajo y actúa como si estuvieran atrapando al Cartel de Sinaloa. Todo posta.

Dos días antes, la ministra de Seguridad de la Nación Sabina Frederic decidió sumarse al elenco de humoristas declarando sobre el tema seguridad que “Suiza es más tranquilo pero más aburrido”. Créase o no, lo dijo. Así, tal cual.

Entre las candidatas que quieren garche y porro y los candidatos que tienen problemitas de Edipo, no sé si vamos a lograr mejorar el clima de inversiones, pero seguro nos vamos a divertir como locos.

En Juntos por el Cambio o Cambiemos o como corno se llamen ahora (yo les hubiera puesto Uniqlo y chau) se festejó la paliza que Martín Tetaz le dio a Carlos Heller en el programa “A Dos Voces”. Después de refutarle con su computadora cada cosa que decía Heller y sabiendo que el tipo iba a usar su último minuto para criticar a Macri, Tetaz coronó la faena sacándose el saco y mostrando una remera que decía “Ah, pero Macri”. La goleada fue festejada por Uniqlo como si fuera la Libertadores. Con todo respeto por Tetaz, darle un baile político por televisión a un señor que en pleno siglo XXI grita “Patria o Muerte” y reivindica la dictadura cubana es abuso. No vale, es robo. Si sos demócrata, ahorrate el caño y no humilles al chavista.

Macri no se quedó atrás en el debate general y el viernes dijo “o cambian o se van a ir”. Mamita, Gato querido. Nadie duda de sus buenas intenciones pero es evidente que cuando tenía clase de Educación Cívica y de Historia Política el tipo se rateaba y se iba a jugar al golf. Hoy pagamos las consecuencias. Triste destino el de los republicanos argentinos a los que nos toca defender la Constitución con este muchacho.

Lo salió a cruzar Cafiero, que tiene la misma autoridad política que mi tía Jieshke, y luego se sumó Máximo diciendo que “Macri se tiene que tranquilizar y bajar un cambio”. Una frase que lo mostraría como un tipo civilizado si no fuera que hace un mes dijo en el Congreso: “No quiero un país que tenga que ceder a los caprichos de los laboratorios extranjeros”, confesando de ese modo que mandaron a morir a miles de argentinos y que la polémica frase “que se mueran los que tengan que morir” la debe haber dicho él.

Usted se preguntará, amigo lector: ¿Y Alberto no dijo nada?. Sí, dijo de todo pero no descolló como otras veces. El martes declaró en un acto: “No voy a traicionar ni a Cristina ni a Máximo ni a Massa ni al pueblo”. En realidad, un estadista normal hubiera puesto primero al pueblo y después a los tres personajes. Pero como el nuestro no es un estadista normal sino que es flor de estadista empezó comprometiéndose a no traicionar a Cristina y, de última, después vemos que hacemos con el pueblo.

El “presidente” cerró la semana diciendo “nadie defiende más a la clase media que nuestras políticas” lo cual no es ningún mérito porque hoy en día a la clase media la puede defender cualquiera. No son más de 20 o 30 familias. El resto son todos pobres. Según publicó esta semana el Banco Mundial, en el año 2020 con Alberto hubo 1,7 millón de argentinos que dejaron la clase media y se mudaron a la clase baja.

Si queremos ver la parte positiva, digamos que esta semana el debate mejoró con respecto a la pasada, cuya agenda estuvo dominada por el testículo rebelde del diputado Iglesias sobre el que habló todo el mundo. Nos quedamos con ganas de escuchar la opinión de Ricardo Forster.

¿Esto es antipolítica? No. Esto es lo que hay. Si queremos algo mejor, vayamos todos a votar y pensemos bien cuando elegimos la boleta.

Mientras debatimos estas pavadas, en la última semana se murieron de 1086 argentinos por Covid y nuestro país estuvo, como casi todos los días, entre los diez con más muertos por millón de habitantes. Muchos fallecieron por la inevitable tragedia de la pandemia y otros por la negligencia, la corrupción o los disparates geopolíticos del Gobierno.

Ante esto no hay remate.